Sigue la tragedia en la derecha. No cesa el melodrama y el show mediático como forma de acción política. El más reciente capitulo nos dejó una cruda y patética postal para la historia. A saber, en una de las verbenas diarias organizadas por el "equipo" de teatro del usurpador Guaidó, permitieron subir al escenario a la vetusta y apaleada dirigencia de la oposición, antiguos miembros del encumbrado politburó de la MUD, representada por los olvidados Ramos Allup, Capriles y Manuel Rosales.
La imagen no deja dudas de lo forzado del compromiso. Caras inmensamente largas, compungidas, desencajadas, desmoralizadas. El ambiente estaba completamente tenso, todos obligados a asistir a esta suerte de feria del circo romano.
Así reaparecieron los dirigentes de la cúpula opositora de su retiro espiritual. Del largo silencio "estratégico", altamente sospechoso para estos antiguos picapleitos, que de tantas derrotas y errores acumulados por años, se han transformado en mansas figuras fantasmagóricas, unas sombras cadavéricas. Parecen espantos que solo deambulan por la noche y ocasionalmente vuelven del más allá, buscando añorantes las glorias del pasado.
Destaca que a duras penas son unos convidados de piedra, ya que quedaron excluidos y al margen de la planificación, preparación y toma de decisiones del plan golpista lanzado súbitamente por la extrema derecha, liderizada por Voluntad Popular, contando únicamente con el apoyo del Cartel de Lima y de los halcones del Pentágono.
Luego de varios meses de desatada la locura golpista del usurpador Guaidó, algún asesor de encuestas y mercadeo político se dio cuenta de que la indetenible pérdida de popularidad del anodino diputado los está llevando directo a la siniestralidad, al fracaso y a la derrota política en su misión de asaltar el poder. Así que, pañuelo en la nariz, ahora sí consideraron pertinente montar una foto juntos, aparentando un espíritu de unidad que parece producto de la presión de sus amos gringos, de sus financistas. Fueron obligados a abrazarse y apretujarse juntos para la foto en familia.
Lo que no contaban es que la patética imagen se notara a cientos de kilómetros, dejando en evidencia la sulfurosa división, la repulsión entre el advenedizo usurpador y los rabiosos excluidos. No hay pegaloca que pueda acoplar las diferencias irreconciliables entre los vitalicios jefes de las franquicias-partidos como Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y una facción neoconservadora de Primero Justicia, más comedidos y sensatos, frente a las iracundas y desquiciadas hordas fascistas que hoy, intento de golpe mediante, le han robado todo el protagonismo a los dirigentes de antaño.
El caso de Acción Democrática es el más evidente. El mismísimo lorito real Ramos Allup, el que antes declaraba hasta dormido, ahora vive haciendo un estruendoso mutis. Un sonoro silencio. Pues ni una palabra sale del pico de plata del prócer adeco para apoyar al autojuramentado usurpador Guaidó. Le está pasando factura su frustrado regodeo cuando amenazó falazmente de que tumbaría él solo al Chavismo en seis meses y por cinco vías distintas. El resultado: un total fracaso que desplumó al pajarraco parlanchín.
La cara de Capriles daba hasta lastima. Está acabado y evidencia desequilibrio emocional severo. No es para menos, la facción golpista dirigida por el bandido Julio Borges le robó su propio partido, Primero Justicia. Los ha llevado hasta el borde de la fractura interna, la temida división. A Capriles lo han ninguneado en todas las decisiones tomadas por esta facción que ha lanzado al partido por la senda del golpismo y del terrorismo. Borges, luego de sus maquiavélicas actuaciones, ha huido cobardemente a ponerse a buen resguardo (con muchos euros en el bolsillo) a vivir una vida de jeque, de sibarita, paseándose por todo el mundo como un príncipe, pero dejando abandonados a sus compañeros de partido, que se han quedado como la guayabera en la repartición de cargos, embajadas y demás cambures.
Rosales y el partido Un Nuevo Tiempo es otro caso ejemplar. Estaban hartos de ser ninguneados e irrespetados por los sifrinos caraqueños, que nunca le han reconocido su liderazgo regional y no le han dado el respeto que se merece. Es el mismo trato dado al menospreciado Henry Falcón y su partido Avanzada Progresista, que sí se batió solo y en buena lid en la arena electoral sacando casi dos millones de votos en el proceso comicial del año 2018. Ahora recibe el repudio de los factores golpistas que aducen a rabiar que él es un colaboracionista del gobierno y que aquí no hay democracia, todo para justificar sus intentos de asalto al poder político.
Al final, la foto de los obligados habla elocuentemente de lo que pasa aguas abajo. En esta nueva intentona golpista, no hay organicidad de estos partidos sobre el territorio. A las verbenas de Guaidó solo asiste la derecha histérica y los asalariados militantes de Voluntad Popular. Un sifrinaje (paliduchos todos) que se amontona en la tarima, pero que no tiene ningún olor a pueblo, cero movilización de masas, nada de poder popular.
La triste foto de los obligados nos recuerda que la tragedia de la derecha es una maldición a perpetuidad: viven en una Torre de Babel. Todos hablan al mismo tiempo, sin escucharse, divididos por sus intereses grupales, empresariales y corporativos. Cada quien defiende su botella, aunque la botella esté vacía.
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