Por: Alí Rojas Olaya
Hay mujeres que hacen de la vida un trajinar de emociones y acciones para la transformación social. Sólo las motivan las desigualdades y un alto sentido de la sensibilidad. Olga Luzardo es una de ellas. Hizo del periodismo, la poesía y la militancia un tridente pedagógico para la emancipación. Nació en Paraguaipoa el 29 de febrero de 1916. En 1928 forma parte de las organizadoras de la Sociedad Patriótica de Mujeres contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. En la esencia de Olga Luzardo está la vitalidad de una mujer y de una madre: “Yo no creo en el triunfo de tu carne, cuando me tomas…Pienso en el triunfo mío que he podido tenerte sin recelo… Yo no pienso en los besos que otra mujer te diera en otras noches… Pienso que son tus labios los que me están besando con anhelo… Yo no creo en el triunfo de las manos que aprietan mis duros senos… Creo en la esclavitud que le ha creado mi cuerpo a tus deseos….”. A su única hija, Iguaraya, le dedicó este poema: “Hija mía: yo quiero que seas soldado y que lleves al hombro un fusil y en tus ojos un odio sagrado. Para que las guerras se acaben mañana y los campos se cubran de brazos y se llenen de voces alegres las fábricas, hija mía: yo quiero que seas soldado. Que la sangre tuya bañe las banderas de muchos colores que ondulan al mundo si por nuestra causa se hace necesario. Que la paz, imposible entre tanto que hayan patrias y existan fronteras, no te encuentre nunca, soñando inactiva y sin un buen fusil a la espalda. Porque el día en que todos nosotros tengamos un arma y un deseo de vida distinta, será toda la tierra una sola patria. Para que haya la paz, es preciso hija mía, que los pobres del mundo tomemos las armas. Y por eso, yo quiero que seas soldado”.
El 19 de septiembre de 2016, Petrovna, su pseudónimo periodístico; Jorge, su nombre guerrillero; partió desde Caracas a la eternidad. Hoy, la Escuela de Cuadros Ho Chi Min lleva por nombre Escuela de Formación Ideológica Olga Luzardo del Comité Central del PCV. Hoy seguimos oyendo su voz feminista insurrecta: “Porque soy rebelde y tengo la entraña preñada de anhelos; porque voy desnuda de varias mentiras a donde ir me toca. Un puente se abre y es en la noche callada la alegría del silencio. Sólo la brisa se mueve. Entiende: En la noche no hay turpiales cantando imposibles pases ni pregonando deseos”.
La pedagogía y la lucha de la mujer por la libertad, la justicia, la grandeza y la hermosura se fraguaron en 100 años cuando una mañana de sol radiante Olga Luzardo salió a buscar al opresor.
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